martes, 24 de marzo de 2009

Afrontar el cáncer



Siempre que sea posible, los niños mayores con cáncer deberían implicarse activamente en su tratamiento. Se les debería proporcionar información sobre su tipo concreto de cáncer y sus efectos utilizando un lenguaje adaptado a su edad y nivel de comprensión. No obstante, cuando el cáncer afecta a niños más pequeños -menores de 4 años- suele bastar con explicarles simplemente que están "enfermos" y necesitan "medicinas" para ponerse mejor. En todos los grupos de edad, la meta es evitar el miedo y los malentendidos.

Los niños mayores pueden culpabilizarse, como si el cáncer fuera culpa suya. Psicólogos, trabajadores sociales y otros miembros del equipo de tratamiento del cáncer pueden ser de gran ayuda para tranquilizar al niño, apoyarlo y ayudarle a expresar y a afrontar sus sentimientos. El equipo de tratamiento del cáncer puede orientar y apoyar a los pacientes y a sus familiares. Les puede ayudar a soportar el sufrimiento y a afrontar la incertidumbre y los cambios en la vida del paciente y toda la familia impuestos por el cáncer y su tratamiento. Si es necesario, el equipo también puede contactar o visitar el centro de enseñanza del niño para explicar el diagnóstico a sus profesores y/o compañeros de clase. Sustituir el miedo, la ignorancia y los malentendidos por la empatía, la comprensión y la información es una meta fundamental en el proceso de ayudar a un niño con cáncer a afrontar su enfermedad.

El diagnóstico y el tratamiento del cáncer infantil son procesos largos, que requieren tiempo y paciencia, y el tratamiento se asocia a efectos secundarios tanto a corto como a largo plazo. Pero, gracias a los avances médicos, cada vez hay más niños con cáncer que completan el tratamiento con éxito, pudiendo abandonar el medio hospitalario y crecer como cualquier otro niño. En la actualidad, hasta el 70% de todos los niños con cáncer se pueden curar.

Tipos de tratamientos


Cirugía

En los niños con leucemia o linfoma, la cirugía suele desempeñar un papel poco importante. Esto se debe a que la leucemia y el linfoma son cánceres que afectan a los sistemas circulatorio y linfático, que están ampliamente distribuidos por todo el cuerpo, lo que dificulta tratarlos de forma local extirpando un área específica. Sin embargo, en el osteosarcoma y otros tumores aislados que afectan a partes reducidas de la anatomía corporal y que no han hecho metástasis en otras partes del cuerpo, la cirugía suele ser un arma eficaz para combatir el cáncer, combinada con la quimioterapia y/o la radioterapia.

Los niños con determinados tipos de cánceres pueden ser candidatos a someterse a un trasplante de médula ósea.

La médula ósea es un tejido esponjoso que hay en el interior de determinados huesos del cuerpo y que desempeña la función de producir glóbulos sanguíneos. Si un niño padece un tipo de cáncer que influye sobre la función de los glóbulos sanguíneos, un trasplante de médula ósea (en conjunción con la quimioterapia para matar las células cancerosas) puede favorecer el crecimiento de nuevas células sanas. El trasplante de médula a veces también se utiliza para tratar cánceres en los que no está comprometido el funcionamiento de los glóbulos sanguíneos, porque ayuda a los médicos a utilizar dosis de quimioterapia más elevadas de las que habría tolerado el paciente si no se le hubiera hecho el trasplante.




Quimioterapia

La quimioterapia es una medicación que se utiliza como tratamiento complementario para eliminar las células cancerosas que quedan en el cuerpo. Los niños o adolescentes con cáncer suelen recibir la quimioterapia por vía intravenosa (inyectada en vena) u oral (por boca).

Algunos tipos de quimioterapia pueden ser aplicados en forma intratecal (dentro del líquido cefalorraquídeo o líquido espinal). Los medicamentos entran en el torrente sanguíneo y matan las células cancerosas en aquellas partes del cuerpo afectadas por el cáncer.

La duración de la quimioterapia y el tipo concreto de fármacos que se utilizan dependen del tipo de cáncer que padezca el niño y de su respuesta a los mismos. El tratamiento es diferente en cada paciente, de modo que un niño puede tener que someterse a quimioterapia diaria, semanal o mensualmente. También es posible que el pediatra recomiende hacer varios ciclos de tratamiento, para que el cuerpo del niño pueda descansar y recuperarse entre ciclo y ciclo.

Muchos de los medicamentos que se utilizan en quimioterapia conllevan el riesgo de padecer problemas a corto y largo plazo. Los efectos a corto plazo incluyen náuseas, vómitos, caída del cabello, fatiga, anemia, mayor riesgo de hemorragia y mayor riesgo de infección debido a la destrucción de la médula ósea, así como lesiones renales e irregularidades menstruales. Algunos de los medicamentos que se utilizan en la quimioterapia también se asocian a riesgo de inflamación de la vejiga, hematuria (sangre en la orina), pérdidas auditivas y lesiones renales.

Otros pueden provocar problemas cardíacos y cutáneos. Algunos de los efectos colaterales a largo plazo son la infertilidad, trastornos de crecimiento, daño a órganos e incremento de riesgo de sufrir un segundo cáncer.
El pediatra del niño adoptará precauciones y recetará otros medicamentos para contrarrestar la máxima cantidad posible de efectos secundarios de la quimioterapia.




Radioterapia

La radioterapia es uno de los tratamientos más habituales del cáncer. Cuando un niño se somete a radioterapia, es irradiado por un haz de ondas o partículas muy potentes, que destruyen o lesionan las células cancerosas. Muchos tipos de cánceres infantiles se tratan con radioterapia, en conjunción con quimioterapia y/o cirugía.

La radioterapia tiene muchos efectos secundarios potenciales (como mayor riesgo de malignidades y esterilidad), que se deben comentar con el pediatra del niño.

La principal meta del tratamiento del cáncer es curarlo; ésta es la prioridad absoluta sobre cualquier otro aspecto del cuidado del paciente. De todos modos, hay muchos medicamentos y terapias que pueden ayudar a hacer más soportable el tratamiento.

Tratamiento del cáncer



El tratamiento del cáncer en los niños incluye la quimioterapia (el uso de medicamentos para matar a las células cancerosas), la radioterapia (el uso de radiaciones para matar a las células cancerosas) y la cirugía (para extirpar las células cancerosas o tumores). El programa de tratamiento necesario en cada caso dependerá del tipo de cáncer, así como de su agresividad, lo extendido que esté y la edad del niño.

TIPOLOGIA-TUMORES ÓSEOS

Osteosarcoma: tumor óseo más frecuente en niños y adolescentes. Su localización predomina en el extremo de huesos largos (fémur, tibia, húmero). Se ha relacionado con periodos de crecimiento rápido. La clínica se presenta con dolor óseo persistente, profundo y localizado, con o sin tumefacción. Es poco sensible a la radioterapia como tratamiento.

Sarcoma de Ewing: Se diagnostica sobre todo en niños mayores de 5 años. Más habitual en la diáfisis de huesos largos, aunque también puede afectar a huesos planos como la pelvis, huesos craneoencefálicos, costillas o vértebras. La clínica puede cursar con fiebre y presencia o no de masa fluctuante con eritema y dolor a la palpación. Si el dolor se presenta de forma intermitente puede retrasar el diagnóstico. El pronóstico dependerá de la localización anatómica del tumor primario, su volumen y la presencia o no de metástasis.

Ambos tumores pueden presentar metástasis pulmonares. El tratamiento se basa en la reducción del tumor mediante quimioterapia previa a la exéresis mediante cirugía, y quimioterapia post-operatoria. Pueden requerir TMO.

TIPOLOGIA-TUMORES SISTEMA NERVIOSO SIMPATICO (SNS)

Neuroblastoma: Tumor sólido extracraneal más común en la infancia. La clínica depende del origen del tumor primario, así como de su extensión. Suele aparecer en abdomen, glándulas suprarrenales y/o en la cadena de ganglios simpáticos paravertebrales. Suele ser habitual la presencia de distensión abdominal con dolor o no. Si la localización es torácica, la clínica se caracteriza por insuficiencia respiratoria y tos crónica, pudiendo presentarse el Síndrome de

Compresión de Vena Cava Superior (SCVCS) si la enfermedad progresa. Cuando su origen sea paraespinal deberá prevenirse un síndrome de compresión medular para evitar daños neurológicos irreversibles.

Si el diagnóstico se produce después del primer año de vida, será habitual la presencia de metástasis. El tratamiento combina quimioterapia y cirugía, más radioterapia y auto transplante de médula ósea (ATMO) en los estadíos avanzados.

TIPOLOGÍA-LINFOMAS

Se denomina linfoma a cualquier trastorno neoplásico del tejido linfoide, incluida la enfermedad de Hodgkin. Las clasificaciones de los linfomas malignos se basan en el tipo celular predominante y en su grado de diferenciación. Se caracterizan por la proliferación excesiva de células linfoides, de rápido crecimiento y ocasionalmente diseminación a médula ósea y SNC.

La etiología es desconocida aunque diversos estudios y datos constatan factores de riesgo asociados como son: causas genético-familiares, infecciones virales por virus de Epstein-Barr (VEB) en su forma clínica de la Mononucleosis Infecciosa, así como exposiciones ocupacionales a determinadas sustancias.

Las manifestaciones más habituales de los Linfomas, tanto Hodgkin como no Hodgkin se caracterizan por presencia de adenopatías superficiales indoloras que generalmente son cervicosupraclaviculares, también puede aparecer fiebre y sudoración nocturna, así como pérdida inexplicable de peso, astenia y debilidad generalizada.

Linfoma Hodgkin: Se caracteriza por la afectación de las cadenas ganglionares supra o infradiafragmáticas con presencia de células mononucleadas de Hodgkin o células de Red-Stenberg que determinan su categoría histológica y con ello el diagnóstico de la enfermedad. Los factores de riesgo además de los mencionados podrían estar relacionados con la exposición ocupacional en la industria maderera y derivados.

Linfoma no Hodgkin (LNH): grupo heterogéneo de linfomas malignos, caracterizados por la ausencia de células gigantes de Red- Stenberg. Existen diferentes subtipos histológicos dependiendo de la localización, el tipo de célula proliferante y el grado de masa tumoral. En pediatría una de las formas habituales es el Linfoma de Burkitt, que frecuentemente presentan masa abdominal de crecimiento rápido y gran deterioro del estado general del paciente; también se presenta el Linfoma linfoblástico caracterizado por la presencia de una gran masa mediastínica, con posible infiltración a SNC y médula ósea.

La etiología, además de la citada con anterioridad, se asocia a infecciones virales por retrovirus humano (HTLV-I), Virus de Epstein-Barr (VEB) y el virus del sida; infección por H. pylori; uso de difenihidantoína y fármacos antineoplásicos; así como, exposiciones ocupacionales a pesticidas y disolventes orgánicos.

En el caso de los LNH, las adenopatías pueden aparecer a nivel axilar, paraaórtica e inguinal dando lugar a síntomas compresivos como síndrome de vena cava superior, linfedema, compresión espinal, etc.

Si la enfermedad progresa aparecerá hepato-esplenomegalia y dolores óseos.
El tratamiento se basa en la administración de poliquimioterapia y si procede transplante de medula ósea.

TIPOLOGÍA-LEUCEMIAS

La leucemia es una enfermedad neoplásica caracterizada por proliferación incontrolada de células precursoras o blastos de tipo linfoide o mieloide en distintos grados de diferenciación, que invaden la médula ósea (MO), sangre periférica, y otros órganos. Estas células carecen de capacidad madurativa y han adquirido la propiedad de reproducirse de modo indefinido originando invasión de la MO., impidiendo su adecuado funcionamiento e interfiriendo en la producción de células hemopoyéticas normales.

La etiología es desconocida aunque se cree que existen factores pre disponentes como factores genéticos, trastornos del sistema inmunológico, o la exposición a ciertas radiaciones, virus (Epstein-Barr) o agentes químicos, también se relaciona con el tratamiento previo con citostáticos.
Representan un 23% de los procesos oncológicos pediátricos y se clasifican en:

Leucemias Agudas

1.1. Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA)
Afecta predominantemente a niños y adolescentes. Se caracteriza por la proliferación linfoblástica en MO, Bazo y Ganglios linfáticos. Sus manifestaciones dependerán del grado de proliferación e infiltración de tejidos u órganos subyacentes.
Los signos y síntomas varían dependiendo de la fase de la enfermedad. Inicialmente puede manifestarse con febrícula recurrente, de predominio nocturno, durante un periodo de unos 15 días. También puede presentar desde una debilidad progresiva, con anorexia y pérdida de peso, hasta palidez vs anemia, equimosis, sangrado por trombocitopenia o fiebre derivada de la neutropenia. Si la evolución progresa aparecerá taquicardia, dolores óseos i/o articulares (por expansión leucémica en cavidad medular), cefaleas, esplenomegalia y hepatoesplenomegalia, infiltración meníngea. En la mayoría de los casos existen adenopatías.
El tratamiento se centra en la administración de poliquimioterapia de manera protocolarizada. En ocasiones para garantizar una remisión completa y continuada se realiza transplante de Médula Ósea (TMO).

1.2. Leucemia Mieloblástica Aguda (LMA), poco común en la infancia. Afecta a las células mieloides y se caracteriza por la proliferación de mieloblastos en MO. Tiene mayor incidencia en adultos pero se presenta sobre todo en niños y en la actualidad se están diagnosticando casos en menores de 1 año. La etiología se desconoce aunque como en otras enfermedades onco-hematológicas se cree que puede tener relación con cierta predisposición genética, y la exposición a ciertos agentes desencadenantes.
El tratamiento también se basa en la combinación de fármacos antineoplásicos pero la indicación del TMO es mayor en este tipo de leucemia.



Leucemias Crónicas.
Representan la neoplásia sólida más común en la infancia. Suelen ser predominantemente de localización infratentorial en niños y supratentorial en el caso de lactantes. Su pronóstico y tratamiento dependen del tipo de célula a partir de la cual se originan (parénquima, epéndimo, glia,..), de su localización y de la edad del niño.

Los síntomas variarán en función de la localización. Los pacientes pueden presentar vómitos y cefaleas que generalmente mejoran con el vómito; somnolencia, pérdida de audición, visión doble o disminuida; cambios de personalidad y problemas de aprendizaje, dificultad para el lenguaje y el habla, incoordinación e incluso convulsiones. En los lactantes pequeños será habitual la fontanela abombada con posible aumento del perímetro craneal.
Los principales tumores del SNC en pediatría son:

Astrocitoma cerebeloso: Representa aproximadamente el 20% de los tumores cerebrales pediátricos, en un rango de edad de entre 5-8 años. Generalmente suele ser benigno y de crecimiento lento. Su tratamiento se basa en la cirugía, pero si no es posible una exéresis completa, se complementa con radioterapia. La quimioterapia se limita a aquellos casos muy avanzados, y que no puedan tratarse con cirugía.

Meduloblastoma/Tumor neuroectodermico primitivo (TNEP): Representa el tumor cerebral maligno más común en la edad pediátrica. La mayoría se diagnostica antes de los 10 años de edad y su pico de incidencia es a los 5 años. Puede presentarse con metástasis a nivel de espina dorsal. El tratamiento incluye cirugía, complementada con radioterapia ( no en menores de 3 años) y/o quimioterapia. Se está practicando el trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos (TAPH) para mejorar la esperanza de vida de estos pacientes.

Ependimoma: Se localiza a nivel ventricular y suele ser causa de obstrucción del flujo del LCR. El tratamiento incluye las tres modalidades ( QMT, cirugía y radioterapia).

Glioma del tronco del encéfalo: Tumores del puente de Varolio y médula. Casi exclusivo en niños. Su pico de edad se sitúa sobre los 6 años. La cirugía no suele ser factible y por tanto, la quimioterapia y radioterapia se utilizan para disminuir el tamaño del tumor, mejorar la sintomatología del paciente y aumentar la esperanza de vida. La tasa general de supervivencia a los 5 años es baja

Craneofaringioma: tumor localizado cerca del tallo de la glándula pituitaria, de difícil exéresis. Su pico de edad se sitúa de los 7 a los 12 años y el tratamiento consiste en cirugía, radioterapia o combinación de ambas.

Cáncer en niños



¿Qué es el cáncer?

Todos los tipos de cáncer, incluyendo los que se dan en la infancia, tienen un proceso patológico común -las células cancerosas, al crecer descontroladamente, adquieren tamaños y morfologías anómalos, ignoran sus límites habituales en el interior del cuerpo, destruyen células vecinas y, a la larga, se pueden acabar extendiendo a otros órganos y tejidos (lo que se conoce como metástasis). A medida que el cáncer se va extendiendo, consume cada vez mayor parte de los nutrientes que necesita el cuerpo para funcionar. El cáncer consume la energía del paciente, destruye órganos y huesos y debilita sus defensas contra otras enfermedades.

Los factores que desencadenan el cáncer en los niños no suelen coincidir con los que lo pueden desencadenar en los adultos, como el hábito de fumar o la exposición a toxinas medioambientales. En contadas ocasiones, los niños que padecen determinados trastornos de origen genético, como el síndrome de Down, pueden tener un riesgo más elevado de desarrollar cáncer. Asimismo, los niños que se han sometido a quimioterapia o a radioterapia debido a un cáncer previo también pueden tener un riesgo más elevado de desarrollar otro cáncer en el futuro. De todos modos, en la mayoría de los casos, los cánceres infantiles se desarrollan a raíz de mutaciones (o cambios) no heredadas en los genes de sus células en proceso de crecimiento.

Puesto que estos errores ocurren al azar o de forma impredecible, actualmente no hay manera de prevenirlos.

Es posible que el pediatra detecte algunos de los primeros síntomas del cáncer en alguna revisión periódica. De todos modos, muchos de estos síntomas (como fiebre, ganglios linfáticos inflamados, infecciones frecuentes, anemia o moretones) también son propios de otras infecciones o trastornos distintos del cáncer. Por este motivo, no es nada raro que tanto los médicos como los padres sospechen otras enfermedades propias de la infancia cuando aparecen los primeros síntomas de cáncer.

Una vez recibido el diagnóstico de cáncer, es importante que se busque ayuda para el niño en un centro médico especializado en oncología pediátrica o en el tratamiento del cáncer infantil.

Tanatología

Tanatología


"Aprende a morir y aprenderás a vivir. Nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir", así rezaba un viejo manual occidental sobre la muerte y el proceso de morir.

La Tanatología es la disciplina que se encarga del estudio integral e interdisciplinario de la muerte.

La mayoría de las personas no tienen miedo a la muerte misma, sino al morir, a la enfermedad larga, dolorosa, a la agonía, al deterioro físico, a la pérdida de autocontrol e independencia.

La muerte humana es un fenómeno multifacético que afecta la vida, en la actualidad no es aceptada, ni asumida como un suceso natural, se ha convertido en una problemática personal, social y familiar, en una crisis; por lo cual es necesario el estudio formal sistemático y científico de la muerte.

La Tanatología considera que la muerte humana tiene distintas dimensiones y por lo tanto la estudia apoyándose en diferentes ciencias considerando factores que se relacionan con ella (psicológicos, espirituales, religiosos, legales, culturales, etc.) Por ejemplo en el área psicológica se interesa por sus reacciones, como la depresión, neurosis, enojo, mecanismos de defensa, ansiedad, aprehensión, culpa, tristeza, etc.

Actualmente en México, hay una carencia casi total de la formación de personas que se dediquen a dar esa ayuda tan especial que requieren tanto en el enfermo terminal como el crónico y a sus familiares.